Julio Cesar Chávez el supercampeón mexicano entro al encordado.
Sus puños estaban seguros y su mente ágil. Sabía que de una forma u otra vencería, hoy y siempre.
Lo único que inquietaba era que Maldryc Taylor venia de Filadelfia. Chávez respetaba esas cosas. Tenía códigos.
Los peleadores de Filadelfia son temibles, desde Joe Frazier hasta Benni Briscoe. Un boxeador de Filadelfia es distinto a cualquier otro del mundo sin embargo sentía que vencería ¡Yo siempre gano! -Pensaba.
Al acercarse al centro del ring, Taylor y Chávez se miraron fijamente. Los ojos del negro mostraban hambre, excitación, parecía una fiera en busca de su presa. Ese día su vida cambiaria para siempre y esas pupilas inflamadas por la adrenalina hicieron que el mejicano dudase por un segundo.
En los primeros asaltos julio cesar fue una masa golpeada, su mandíbula recibía las demoledoras combinaciones de un Taylor que inspiraba. Conectaba jabs , directos, piboteaba y metia la derecha a fondo, pero no solo boxeaba de forma exquisita sino que cuando Chávez le proponía el DAME QUE TE DOY , pelear a lo macho, el moreno se prendía sin problemas. El campeón estaba superado por un peleador feroz que no dudaría en morir si era necesario pero no se iría sin el cinturón.
Cuando Taylor era un niño hubo un hecho que lo marco durante toda su vida, fue durante la escuela primaria donde fue golpeado por un niño mas grande que le robo un juguete. Este había sido el juguete del año para el pequeño Maldrik y también del próximo y el posterior. La familia de Taylor pasaba momentos desesperantes y la situación económica estaba cada vez peor. Taylor aspiro la dureza de la calle y la hizo suya. Ya no le temía sino que la deseaba. Filadelfia era su hogar e hizo de el un guerrero.
El hecho de ser negro representaba sus raíces esclavas y el mismo Taylor sentía que estaba rompiendo esas cadenas para siempre. Chávez que no paraba de recibir golpes quedaba con los propios en el aire, no podía encontrar a Taylor que se cubría y conectaba de forma neta.
El estadio estaba mudo. Entre el publico del ring side se hallaba PEPE PATON, un mafioso de Tijuana famoso por ser un sádico torturador con aquellos que no le obedecían. Esa noche parecía otro hombre. Estaba conmovido ¡el mundo esta loco! ------Pensaba- Chávez retrocediendo……..no puede ser….
Lo que ocurría no era que Chávez se iba para atrás sino que los golpes de Taylor lo estaban acorralando, el mejicano respondía pero sin precisión…..Estaba recibiendo una autentica lección de boxeo aunque por momentos parecía una pelea de bar, en una esquina del Bronx. Derecha por derecha, cross por cross cuando el combate cambiaba a esa modalidad también Meldrik sacaba ventaja. Se podría conquistar la antigua Roma con una centena de soldados con esa determinación.
Todo fue así. En el octavo asalto el cesar del box seguía a oscuras. La pantera negra que tenia enfrente lo estaba vapuleando y acechaba el ring con rugidos internos que mostraban un temperamento tallado en roca.
Chávez busco en los estados más profundos del ego, abriendo puertas que luego le costaría cerrar, que pagaría en el futuro. Su personalidad nunca volvió a ser la misma. Dicen que los locos al superar cierto limite de alteración, no hay manera de volver atrás, y Chávez encendió la mecha de un cañón que nunca mas se apagaría y que en el futuro lo sumergiría en una feroz crisis emocional .Problemas con su euforia y grandeza, que solo la cocaína saciaría
La desesperación en el rincón del mejicano era total. Pero julio cesar nuevamente se sintió invencible.
¡Un esfuerzo mas julio! !Por tu familia, por tus hijos!- le gritaban.
Chavez saltaba a un profundo precipicio, pero sin temer al impacto de la caída.
La pelea empezó a cambiar y un cosquilleo diabólico raspaba la oreja izquierda del latino, como que de algún lado le decían que hacer, recibía ordenes directas de su parte mas monstruosa, aquella que asustaba a su familia. Renacía el Chávez matón, el que rompía huesos. El cazador.
Taylor bailoteaba y daba cátedra de boxeo clásico sin embargo Chavez, pegando menos pero mejor, comenzó a hacer un daño severo en el físico y el rostro del hombre de Filadelfia ¡yo soy de Cualiacannn!!!! -se decía a si mismo- soy el macho Chávez - y como poseído por el tequila mas poderoso comenzó a combinar golpes, arriba y al cuerpo, Taylor miraba a su rincón desconcertado, había molido a Chávez por casi todos los rounds y sin embargo ahora lo veía mas fuerte que nunca. Quizás más grande.
Solo tenia que esperar, la pelea estaba ganada a los puntos pero Chávez se le iba encima como un león herido. Taylor recordando su pasado marginal su infancia sin juguetes, no permitiría que Chávez se lleve el crédito de pelear al estilo de Filadelfia.
Empezó a sonar la música rara, el intercambio de golpes era feroz, los rugidos del público no se escuchaban en los oídos de los peleadores, ellos solo sentían el golpe en la carne y los latidos de su corazón que como tambores extasiaban sus almas.
Taylor recibía instrucciones en la esquina de que de ningún modo pelee que se aleje y boxee de manteniendo con el jab la distancia. La pelea estaba en el bolsillo, solo debía mantenerse de pie. La esquina no entendía es que esto era cosa de gladiadores. No hay lugar para el miedo o la duda en el mundo del boxeo, ahí se festejaba el salir vivo para al otro día volver al fuego del combate.
Como un Leonidas en las Termopilas Taylor salio dispuesto a pelear hasta morir.
El mejicano parecía ser otro, sus golpes eran dirigidos con malas intensiones buscando las costillas , el menton, el plexo solar …. Taylor aguantaba y replicaba con más técnica pero Chávez embriagado en su instinto asesino, empujaba y seguía buscando destruir pegando todo lugar descubierto, sin preocuparse por la replica. Combinaba desde la cabeza hasta el bazo, desde el hígado al corazón. Debía matar o morir. El milagro llego.
Chávez dio un paso atrás un gancho zurdo y su fulminante derecha en plena mandíbula del hombre de Estados Unidos. Taylor cayó, al borde del desmayo, su instinto hizo que se levantara pero no entendía lo que sucedía. Richard Steele, el tercer hombre sobre el ring, le contó ocho segundos y detuvo el combate. Taylor no respondía. Chávez no sabia como, pero había vuelto a ganar.
Dicen hombres de brujería, que dos demonios se metieron dentro del cuerpo de los peleadores esa noche y tuvieron guerras propias por territorios y goces espirituales.
Meldrik nunca más seria el mismo, la moneda se torció y dejo secuelas. El viento se robo su alma y esa derrota dejo lesiones en su psiquis que Jamás supero. Cayendo ante la vida y sofocado por sus propios fantasmas, lo llevaron a vivir en una pesadilla constante.
Para Chávez la moneda le trajo fama y fortuna. Marco una extraña suerte que luego haría estragos en el tiempo .Gano lo que ya estaba perdido, contradijo las leyes y empapado en gloria salía disparado hacia el cielo donde dicen que al tocarlo con sus puños, dejo sentido a un ángel que pasaba por la zona. Este no era de Filadelfia ni de Culiacán.