Las aplicaciones de la psicología a los deportes de combate pueden precisarse a partir del supuesto de que éstos se caracterizan por ser dehabilidades abiertas, por lo que poseen un nivel de incertidumbre elevado, debido al tener el oponente cuerpo a cuerpo y nunca saber con exactitud qué va a hacer (Borda, 2013). Generalmente se desarrollan a una alta intensidad, lo cual genera un esfuerzo exaltado de las capacidades físicas, fisiológicas, técnico-tácticas y psicológicas durante el enfrentamiento. Además, la fatiga psicológica suele presentarse durante el proceso de entrenamiento o bien, durante la competición, derivada de la poca o nula preparación psicológica deportiva.
La adecuada planificación del entrenamiento en los 3 tipos de deportes de combate, ya descritos a detalle en capítulos anteriores, debe considerar distintos factores, tales como el tiempo del que dispone el practicante, cuáles son sus objetivos de acuerdo con sus características morfológicas, fisiológicas y psicológicas, el nivel en el que se encuentra el atleta, lo cercano o lejano a la fecha de competencia, entre otros. La preparación psicológica deportiva va entonces en función de los periodos del macrociclo de entrenamiento adicional a los factores mencionados.
Resulta indispensable garantizar una evaluación objetiva de las variables o características psicológicas más relevantes relacionadas con el rendimiento deportivo para diseñar e implementar las intervenciones de forma precisa y oportuna.
La Evaluación CPRD
La investigación de variables psicológicas relacionadas con el rendimiento deportivo en la actualidad ha demostrado cierta validez al correlacionar metodológicamente una o más de estas variables con algún efecto en el rendimiento (Moreno, 2015).
A partir del cuestionario “Características Psicológicas Relevantes en el Rendimiento Deportivo” (CPRD), desarrollado por Buceta, Gimeno y Pérez-Llanta (2001), la evaluación de cinco dimensiones psicológicas implicadas en el rendimiento ha resultado de gran utilidad para dirigir la intervención psicológica. Las cinco escalas, congregadas en 55 ítems, incluidas en el instrumento pueden ser correlacionadas lo cual permite mayor entendimiento de los procesos cognitivos y conductuales del atleta. Estas escalas comprenden el control de estrés, la influencia de la evaluación del rendimiento, la motivación, la habilidad mental y la cohesión de equipo.
En conjunto con otros procedimientos de evaluación, tales como la entrevista psicológica, la observación directa y la observación indirecta, así como otros instrumentos validados para variables más específicas, el CPRD resulta de gran utilidad para la detección de necesidades y recursos, el planteamiento de hipótesis explicativas, la realización de análisis funcionales, la toma de decisiones sobre los objetivos de la intervención y la observación del progreso de los deportistas.
A continuación, se describe el contenido de las 5 escalas o factores que integran el cuestionario, tomados textualmente de Gimeno, Buceta y Pérez-Llanta (2001):
Factor-1: Control Del Estrés
El contenido de este factor abarca dos categorías de ítems:
Las características de la respuesta del deportista (e.g. concentración, confianza, tensión) en relación con las demandas del entrenamiento y de competición.
Las situaciones potencialmente estresantes que pueden provocar estrés y en cuya presencia es necesario el control (e.g. el día anterior a una competición, los momentos previos a la misma y durante la propia competición, cometer un error, un mal entrenamiento, una lesión). Una puntuación alta en esta escala parece indicar que el deportista dispone de recursos psicológicos para controlar el estrés relacionado con su participación en competiciones deportivas.
Factor-2: Influencia de la Evaluación del Rendimiento
El contenido de este factor abarca dos categorías de ítems:
Las características de la respuesta del deportista (e.g. perder la concentración, ansiedad, dudas de hacerlo bien, sentirse motivado) ante situaciones en las que éste evalúa su propio rendimiento o se plantea que lo están evaluando personas significativas a él.
Los antecedentes que pueden originar o llevan implícita una valoración del rendimiento deportivo del deportista: las personas que emiten o pueden emitir juicios sobre la ejecución del deportista (e.g. entrenador, compañeros del equipo, espectadores, adversarios); las situaciones en las que el propio deportista u otras personas emiten o pueden emitir juicios acerca del rendimiento deportivo del primero (e.g. al participar en una competición, al destacar más la labor de otros miembros del equipo, al recibir críticas o reconocimiento, al escuchar y observar las instrucciones, comentarios y gestos del entrenador); las situaciones en las que la actuación del deportista es negativa (e.g. mala ejecución o error, decisiones en contra de árbitros o jueces, comentarios o actuaciones poco deportivas de los adversarios, éxitos o fracasos en competiciones anteriores).
El contenido de esta escala también parece relacionado con el estrés, pero a diferencia de la escala anterior, constituye un factor muy específico relacionado con la evaluación y la ansiedad social, y la evaluación inapropiada que el deportista realiza de su propio rendimiento. Los peleadores que obtuvieran una alta puntuación en los ítems que se exponen en este factor, mostrarían una percepción de gran control del impacto frente a una evaluación negativa sobre su rendimiento procedente de ellos mismos o de otras personas.
Factor-3: Motivación
Este factor abarca los siguientes contenidos:
La motivación o el interés de los deportistas por entrenar y superarse día a día.
El establecimiento y consecución de metas u objetivos.
La importancia del deporte en relación con otras actividades y facetas de la vida del deportista.
La relación costo/beneficio que para el peleador tiene su actividad deportiva.
Factor-4: Habilidad Mental
Este factor incluye habilidades psicológicas que pueden favorecer el rendimiento deportivo como los siguientes:
El establecimiento de objetivos.
El análisis objetivo del rendimiento.
El ensayo conductual en imaginación.
El funcionamiento y la autorregulación cognitiva.
Factor-5: Cohesión de Equipo
Este factor se refiere a la integración del deportista en su equipo o grupo deportivo, abarcando los siguientes contenidos:
Relación interpersonal con los miembros del equipo.
El nivel de satisfacción trabajando con los otros miembros del equipo.
La actitud más o menos individualista en relación con el grupo.
La importancia que se le concede al “espíritu de equipo” (Gimeno, 2001, pp. 98- 99)
Considerando que en el deportista de combate deben ser fundamentales ciertos rasgos psicológicos tales como la agresión, capacidad de mantener el estado de alerta, persuasión, autoconfianza, control emocional, disciplina, creatividad, conocimiento del oponente y de la situación, el CPRD para la evaluación de las características psicológicas ya descritas y su relación con estos rasgos resulta de gran utilidad, ya que ciertas variables como la autoconfianza pueden verse condicionadas por el nivel de habilidad mental que posea el combatiente, así como de la eficiencia del manejo de la influencia en la evaluación en el rendimiento.
Identificar y conocer cada una de las variables estudiadas en el deportista con el uso del CPRD, nos permitirá manipularlas a partir de las intervenciones en la preparación psicológica deportiva, las cuales estarán orientadas hacia la mejora de estas características y rasgos iniciando una evaluación de línea base, seguida de la evaluación post-intervención. Veremos entonces, reflejadas sus alteraciones en la mejora de su rendimiento y resultados deportivos, así como en la disminución de la incidencia de lesiones.
La imagen que se muestra a continuación es un ejemplo de cómo son arrojados y graficados los resultados del CPRD. En este caso, el atleta muestra un deficiente control de estrés, relacionado con la dificultad para manejar el impacto que tiene la evaluación del rendimiento; sin embargo, el nivel de motivación permanece alto con una habilidad mental por encima de la media. Al ser este sujeto un deportista de combate, la naturaleza individual de su disciplina en cuestión no resiente la variable cohesión de equipo como deficiente, pero la autoconfianza se encuentra mermada por la poca capacidad de manejo de estresores principalmente relacionados con la competición o pelea, sumado a la preocupación que provoca la evaluación de su desempeño por parte de figuras significativas.
Específicamente en los deportes de combate, las variables “control de estrés” e “influencia de la evaluación en el rendimiento deportivo” suelen estar mejor desarrolladas en los atletas que han experimentado situaciones de éxito (Gimeno et al., 2001). Por lo que la contribución de estas variables al incremento de la autoconfianza es relevante.
Gráfica 1. Cuestionario de características psicológicas relacionadas con el rendimiento deportivo (C.P.R.D.).
Fuente: Gimeno, Buceta y Pérez-Llanta, 2003. De aquí partimos para profundizar un poco sobre el estrés en competición y su relación con la autoconfianza.
Algo más sobre el Estrés
Hablar de deporte implica entender que el estrés es parte elemental, tanto en la práctica como en la competición, y específicamente en este último contexto depende del rendimiento, el resultado del éxito profesional de los participantes, pero también su autoestima y la valoración social que reciben, la economía del gimnasio que lo sustenta y hasta el prestigio de su comunidad o país (Gutiérrez, Estévez, García y Pérez, 1992). Vale la pena mencionar que las expectativas generadas sobre el combatiente comúnmente provocan miedo en él, por la posibilidad de no ser cumplidas o alcanzadas, incidiendo en las manifestaciones del estrés que, aunque son bien conocidas son diversas en cada deportista.
Si bien, el estrés ha sido definido como una respuesta fisiológica no específica a cualquier demanda sobre el organismo, sea el efecto mental o somático (Selye, 1979), no podemos dejar de lado la multidimensionalidad que lo determina, entendiendo que la habilidad mental en el deportista es crucial para elaborar percepciones sobre cualquier estímulo que pueda condicionar estas respuestas, es decir, la situación de competición es un estresor per-sé, pero aún más la interpretación de las circunstancias internas y externas. Trabajar con el atleta el autodiálogo positivo contribuye a la modificación de las percepciones y cogniciones alteradas, indicando a la mente lo que sí se desea y creando un enfoque hacia lo que se pretende lograr, evitando, por lo tanto, poner énfasis en lo atemorizante, estresante o indeseado. Ilustraremos esto con un ejemplo del caso de un practicante de Jiu-Jitsu Brasileño, el cual refiere de forma literal: “Me da miedo no someter y que me sometan la mayor parte del tiempo”, refiriéndose a su participación en una pelea en competición. Para comprender esta situación, debemos saber que, para que la mente pueda negar, primero debe crear la escena no deseada, y por lo tanto, el cerebro se obliga a crear y activar una red neuronal que posteriormente recibirá la indicación de eliminarla o desactivarla. Tratando de explicar esto de una manera más sencilla, ofreceremos un ejemplo a través de una indicación que usted puede seguir: “no piense en una pelota roja”. Sí, inmediatamente la imagen mental es de un objeto esférico color rojo, no azul ni verde. Por lo tanto, si deseamos que usted no piense en una pelota roja, mejor será activar una red neuronal deseada. Ahora: “piense en una taza de café caliente con delicioso aroma”. ¿Acaso usted pensó en la pelota roja? Claro que no, y esto no se trata de magia, sino de elaborar un autodiálogo desde un enfoque positivo, en lo que se desea crear. Retomando al competidor de Jiu-Jitsu, si el miedo a ser sometido en la competición permanece vigente a través de una red neuronal activa sobre la escena del sometimiento no deseada, el enfoque estará allí, y, por lo tanto, debemos ayudarlo entrenando su autodiálogo positivo, a través de aseveraciones como “someteré la mayor parte del tiempo”, o “he entrenado lo suficiente para derribar a mi oponente”. De esta manera, la reestructuración del pensamiento tendrá entonces un efecto directo sobre la percepción de los estímulos estresores, modificando la valoración de estos.
La detención o interrupción del pensamiento negativo generador de estrés a partir de las autoverbalizaciones o autodiálogo positivo, suele ser al mismo tiempo un eficaz recurso para controlar las emociones y el estado de ánimo. Acompañadas estas verbalizaciones de algún estímulo físico distractor pueden ser una fórmula poderosa para interrumpir de forma temporal estos pensamientos, por lo tanto, habrá que pedirle nuevamente al deportista que utilice un pensamiento alterno que supla al pensamiento que se desea eliminar, más un estímulo físico distractor (un pequeño golpe en la mejilla, algún tirón de cabello, estímulos adversos, pero no riesgosos, entre otros).
De acuerdo con Goyenechea (2003), las diferenciaciones entre estresores pueden ser de índole cualitativa y también cuantitativa, las cuales pueden provocar respuestas diversas en los deportistas-competidores, estas dimensiones son la controlabilidad y predicción, así como la intensidad, duración y frecuencia del estresor. Nuevamente reconocemos la importancia de la percepción en el estrés, ya que la percepción de control junto con lo predecible de los eventos estresantes son mediadores psicológicos del estrés. De ahí se determina la capacidad que un individuo en situación de práctica/competición pueda sentir para afrontar exitosamente dichos estresores, a pesar de que las personas no podemos ejercer un control exhaustivo sobre todos los eventos estresantes. Por tanto, a mayor percepción de control de la situación, mayor capacidad de control de estrés, esta lógica contribuirá al desarrollo o mejora de la autoeficacia, es decir, la capacidad de actuar de forma necesaria y adecuada para obtener ciertos resultados en una situación determinada (Bandura, 1977). Siguiendo la misma lógica, pero de manera inversa, podemos decir que la falta de predicción y control sobre los estresores aumentarán las respuestas de estrés.
El tiempo o duración de un estresor es relativo, ya que dependerá de si el estresor se está presentando durante los entrenamientos o práctica o bien, si aparece durante la competición, ya que entonces su duración está determinada por la reglamentación de los combates. De igual manera la frecuencia del estresor dependerá de la periodicidad o recurrencia con que el deportista se enfrente a éste, es decir, las competiciones programadas en la temporada competitiva, las prácticas o los entrenamientos. La percepción del estresor dependerá también de factores como el sexo, la edad, el estado clínico- nutricio, si hay presencia de lesión, el estado físico, el momento histórico personal del deportista, así como de factores que comprenden aspectos sociales, económicos y políticos. Habiendo identificado el estímulo estresante o bien, los estresores múltiples por parte del deportista y/o su entrenador, toca intervenir para el desarrollo de mecanismos de control; para ello, existen diversas técnicas tanto empíricas como especializadas para proveer de recursos internos al atleta y hacer un manejo eficiente del estrés en situación de competición. Aludiendo a la propuesta del Pérez (2013), en su Manual de preparación psicológica para deportistas, las técnicas de relajación resultan de gran utilidad para este fin, ya que el equilibrio psicológico del peleador radica en gran medida en la cantidad y calidad de su respiración, favoreciendo una relajación muscular óptima. Citando al autor:
El estado físico del deportista modifica su respiración, pero ésta condiciona al primero, es decir, se condicionan mutuamente. Asimismo, cada estado emocional o psicológico del deportista se desarrolla con un ritmo respiratorio diferente (...). La respiración es el indicador emotivo de los deportistas, por eso es imprescindible que les enseñe a controlarla. Si usted logra que sus deportistas aprendan a controlar su respiración, éstos conseguirán calmar las emociones que los alteran. (p. 56)
Para ello, se proponen distintas formas de intervenir en el control respiratorio, aunque resulta menester explicar al atleta de inicio que lograr un control respiratorio es una habilidad, por tanto, habrá que desarrollarla y para ello requiere entrenarla de acuerdo con las circunstancias de los entrenamientos o competencias (Pérez, 2013). Entre las técnicas propuestas por Pérez (2013), resaltan:
Técnica de respiración en pecho y abdomen
Técnica de respiración con sonido tranquilizante
Técnica de respiración dosificada
Técnica de respiración de silbido suave
Técnica de respiración de golpes de pecho
Técnica de respiración con codos flexionados
Técnica de respiración izquierda-derecha
Técnica de respiración pulso relajante
Técnica de respiración pulso activador
Técnica de respiración ritmo de activación
Para la ejecución y entrenamiento de cada una de las técnicas se cuenta con indicaciones precisas tanto en posturas, movimientos, número de series y número de repeticiones, dependiendo del nivel de relajación-activación que se pretende lograr con el deportista. Partiendo de la premisa de que “es imposible que coexistan en un deportista la relajación muscular y la tensión psicológica…” (Pérez, 2013, p. 65) se propone la técnica de Relajación muscular progresiva, la cual “… tiene el propósito de que los deportistas aprendan a relajar sus músculos mediante el procedimiento de tensar y relajar varios músculos simultáneamente…”, así experimentando una fuerte tensión, es más fácil distinguir el estado de relajación y generarlo de manera voluntaria. Este método fue creado en 1939 por Jacobson bajo una orientación fisiológica y de manera especializada lo conforman tres fases: una primera fase de tensión-relajación, una segunda fase de repaso mental sobre las áreas trabajadas que tiene como fin comprobar el estado de relajación de éstas, y por último una tercera fase de relajación mental. Esta técnica, junto con las técnicas de respiración mencionadas anteriormente, puede ser repetida varias veces al día, principalmente en los periodos del macrociclo en los que está presente un alto grado de tensión psicológica y estrés.
Alternativamente, otra forma de favorecer estados de relajación en el deportista es a través de la respiración diafragmática, un procedimiento proveniente de las artes marciales que enfatiza el control del pensamiento, una manera de relajación muscular y respiratoria, tal como lo describe Nideffer (1985). Debe centrarse la respiración desde el fondo del estómago, en lugar de hacerlo desde el pecho, y al mismo tiempo la exhalación debe ser más lenta. De esta manera, podemos ver que enfocarse y centrarse en la respiración diafragmática se vuelve un procedimiento de interrupción del pensamiento negativo, por lo que es menos probable que el deportista preste atención a los pensamientos generadores de estrés y/o tensión.
La Autoconfianza como Habilidad a Entrenar
Tal como lo define Pérez (2013), “La confianza en sí mismo se refiere a la actitud que asumen los deportistas como resultado de hacer consciente la potencialidad de sus propias fuerzas y capacidades”; el rendimiento deportivo se ve impactado a medida que la autoconfianza aumenta o disminuye, por lo tanto, la preparación psicológica deportiva puede enfocarse al desarrollo de la confianza en sí mismo, buscando el nivel óptimo, ya que la falta de ésta o bien el exceso, resultan perjudiciales en el deportista.
La autoconfianza cobra una mayor importancia en el periodo de competencia mayor dentro del macrociclo de entrenamiento, y resulta no tan importante en los periodos preparatorios, sin embargo, la base del entrenamiento de la autoconfianza es la preparación, ya que la autoconfianza es dinámica y se ve modificada por diversos factores que surgen a lo largo de los periodos del macrociclo.
Habrá que tomar en cuenta algunas consideraciones en el desarrollo de la autoconfianza para la mejora del rendimiento deportivo. Por un lado, las aportaciones del entrenador (psicólogo) deben estar firmemente apoyadas en observaciones y análisis objetivos de la situación deportiva y no de manera subjetiva o “por corazonadas”. Para ello, resultan útiles las revisiones de materiales visuales como videos de combates, sparrings, peleas selectivas, así como material impreso con resultados y rankings para poder hacer ejercicios de análisis y síntesis. Otra de las consideraciones a tomar en cuenta es propiciar experiencias de éxito (o fracaso controlado) en situaciones deportivas significativas. Para ello la participación en sparrings puede ser de gran ayuda. Elevar de forma gradual el nivel de dificultad durante los entrenamientos también puede ir contribuyendo al desarrollo de la autoconfianza, por lo que un sparring se puede utilizar como método de comprobación de la preparación. Una tercera consideración consiste en adecuar las expectativas de los deportistas a los posibles logros competitivos. Para ello, el análisis objetivo de la realidad es indispensable ya que, si el resultado es alcanzable y la expectativa es baja, será necesario entonces, aumentarla; pero en cambio, si el resultado es alcanzable y la expectativa es alta, tendremos que reducirla ya que puede generar exceso de autoconfianza; y por último, si el resultado es prácticamente inalcanzable, habrá que dirigir las expectativas a otros objetivos.
Detectar las fortalezas del deportista, retroalimentar y elogiar los logros, estimular las conductas potencialmente exitosas, son técnicasde trabajo de la confianza en sí mismo (Pérez, 2013), por lo tanto, la figura del entrenador en el desarrollo y entrenamiento de esta habilidad se vuelve piedra angular. Es valioso resaltar el impacto positivo de las técnicas de visualización para el incremento de la autoconfianza, es decir, repasar mentalmentea través de la imaginación las escenas deseadas acompañadas del autodiálogo positivo, de esta forma se activan redes neuronales y el cerebro lo registra como escenario posible, y al mismo tiempo visualizar los objetivos como si ya se hubiesen logrado, motiva el esfuerzo.
Pensemos en un combatiente que desea en una pelea clasificatoria derribar al oponente con un K.O en el segundo round, cada noche antes de dormir se le pide que haga “real” la escena completa, imaginando e incorporando elementos sensoriales y detalles ambientales que lo aproximen a la situación deseada. El registro cerebral permanece vigente y la confianza que se genera es mayor al lograr una familiaridad con dicha escena en la que se pone especial énfasis en los recursos y habilidades del deportista. Ayude a su púgil a entrenar técnicas de visualización en cada sesión de entrenamiento, dando indicaciones precisas para imaginar. El tiempo destinado para el entrenamiento mental podría acercarse al 10% del tiempo total de una sesión de entrenamiento (si la sesión tiene una duración de 120 minutos, sería conveniente destinar 12 minutos a técnicas de preparación psicológica o bien, entrenamiento mental de forma más específica).
Mas adelante hablaremos de la relación entre el establecimiento de objetivos y la autoconfianza. Las Fortalezas de Carácter
Es común centrar la atención en las deficiencias físicas y técnicas del deportista con el afán de buscar en todo momento su mejora, en sentido opuesto, las fortalezas de carácter son vistas como nuestra personalidad positiva en el sentido de que son nuestras capacidades básicas para pensar, sentir y comportarnos de manera que puedan beneficiarnos a nosotros y a los demás y poco se trabaja sobre su reconocimiento y potencialización.
De acuerdo con Christopher Peterson y Martin Seligman (2004), las fortalezas y virtudes del carácter son descriptivas, no prescriptivas. El énfasis está en clasificar los ingredientes psicológicos de la bondad en los seres humanos en diferentes culturas, naciones y creencias, en lugar de prescribir lo que los humanos "deben" hacer para ser buenos o mejorar ellos mismos.
Cada persona posee 24 fortalezas en diferente nivel, lo que crea el perfil único de cada uno. La expresión de las fortalezas tiene un componente genético en cuanto a predisposición y está también influida por la experiencia y la voluntad de la persona (Vancakova, 2018). Por lo tanto, las fortalezas pueden ser desarrolladas con la práctica. De acuerdo con el VIA Institute on Character (2011), si alineamos nuestras fortalezas de carácter con los talentos, los intereses y los recursos, estamos en la zona de potencia o Power Zone, por lo que su uso y utilidad en el deporte comienzan a cobrar gran importancia.
El VIA Institute on Character es una organización sin fines de lucro, con sede en Cincinnati, Ohio, dedicada a llevar al mundo la ciencia de las fortalezas del carácter mediante el apoyo a la investigación, la creación y validación de encuestas de carácter y el desarrollo de herramientas prácticas para individuos y profesionales. A través del apoyo de la Fundación Mayerson y el liderazgo del Dr. Seligman y el Dr. Chris Peterson, se redactó la Clasificación VIA de las Fortalezas del Carácter, así como la publicación histórica Fortalezas y Virtudes del Carácter (manual de VIA).
Una vez que se completó la clasificación VIA, se diseñó una nueva prueba de fortalezas personales, la encuesta VIA , específicamente para medir estas 24 fortalezas de carácter en individuos. La encuesta VIA es una prueba de personalidad validada psicométricamente que mide las fortalezas del carácter de un individuo. Desde su inicio, la encuesta VIA ha sido, y aún se ofrece, de forma gratuita por parte del Instituto VIA para que cada individuo en el mundo pueda conocer las suyas y darle la utilidad necesaria. A continuación, se presentan las 24 fortalezas de carácter y su clasificación en virtud
Tabla 1. Fortalezas de carácter y su clasificación en virtud.
Fuente: Adaptado de Vancakova, 2018.
La evaluación de las fortalezas de carácter en el deporte ha sido poco estudiada, sin embargo, algunas de las investigaciones como las de Gordon (2012); Raimundi, Molina, Bugallo y Esparza (2014); Laborde, Guillén y Mosley (2016); Laborde, Guillén, Watson y Allen (2017); García-Naveira y Barquin y Ruíz (2013) entre otros investigadores han encontrado correlaciones sumamente interesantes entre fortalezas tanto en atletas, como en entrenadores.
La corrección de las debilidades en oposición al apoyo de las fortalezas es típico en el deporte (Vancakova, 2008), como lo hemos mencionado al inicio de este apartado. En el caso concreto de los estudios de Laborde, Guillén y Mosley (2016), se indica que los atletas puntúan más alto en comparación con los no atletas en las diferencias individuales positivas de rasgos. Los deportistas individuales puntuaron más alto en comparación de los deportistas colectivos. Por otro lado, confirman el importante rol de los rasgos positivos de los entrenadores para hacer frente a la adversidad. Además, hay evidencia de que el éxito deportivo puede ser predicho a partir de los rasgos personales (Allen, Greenlees & Jones, 2013, Allen & Laborde, 2014). En la misma línea García- Naveira y Barquin y Ruíz (2013) concluyen que los deportistas son más responsables, extrovertidos y emocionalmente estables que los no deportistas. Por otro lado, Fredricks, Alfeld y Eccles (2010), encontraron que la pasión es más característica en deportistas.
Durante un combate, el púgil debe procesar una gran cantidad de información para tomar decisiones correctas, rápidas y asertivas, por lo que sobra mencionar la importancia del desarrollo de la atención y concentración como habilidades mentales imprescindibles. Su capacidad de auto-observación y autocrítica deberán ser trabajadas y potencializadas, así como la voluntad y la motivación, las cuales no son permanentes ni estáticas. Para ello, resulta de gran utilidad identificar en el atleta de combate las fortalezas de carácter que definen sus rasgos fundamentales de personalidad en el sentido positivo, ya que su perfil psicológico deberá estar caracterizado por un alto nivel de motivación, así como la iniciativa e independencia. Como ya lo hemos mencionado, su capacidad de visualizar debe desarrollarse a un nivel óptimo para lograr representaciones mentales favorables para la consecución del logro propuesto o establecido.
Las fortalezas de carácter como la perseverancia, el humor, la valentía, el amor por el aprendizaje y la autorregulación deberán buscarse dentro de un perfil positivo para el deportista de combate, ya sea olímpico (Boxeo, esgrima, judo, Tae Kwon Do, Lucha olímpica) o no olímpico (artes marciales mixtas, full contact, Jiu-Jitsu Brasileño, sumo…). Vale la pena describir en qué consisten dichas fortalezas, así como algunas sugerencias o recomendaciones para su entrenamiento y/o desarrollo tomando como referencia la definición del VIA Character.
Tabla 2. Recomendaciones para el entrenamiento de las fortalezas.
Fuente: Elaboración propia.
Un deportista de combate que logre desarrollar en orden prioritario fortalezas de carácter como las mencionadas en la tabla anterior, cubrirá un perfil psicológico (desde la perspectiva de la psicología positiva) más favorable para optimizar el entrenamiento mental y la preparación psicológica deportiva en aras de la mejora del rendimiento competitivo.
Establecimiento de Metas
El establecimiento y priorización de metas adecuadas son componentes importantes de la preparación mental en el atleta. El acuerdo de objetivos ayuda al deportista a dirigir su atención a elementos importantes de la tarea, a su vez que se asocia con una motivación incrementada y afectación positiva en la autoconfianza y la ansiedad. Sin embargo, también está claro que no todos los objetivos son igualmente efectivos para mejorar el rendimiento, y por lo tanto los objetivos deben ser difíciles pero realistas, específicos y vinculados a las estrategias de logro. En términos de preparación mental, una diferencia clave entre los competidores más exitosos en comparación con los menos exitosos, es el hecho de que los atletas más exitosos establecen metas específicas para la práctica, y no sólo para la competencia.
Para que el establecimiento de metas resulte eficaz como estrategia para la mejora del rendimiento, deberá cumplirse una serie de condiciones como lo refiere Martin en el 2008:
Especificidad: Se propone “ganar por RSC en tercer round”. Evitando el planteamiento de metas vagas.
Dominio de habilidades para el desarrollo de destrezas concretas: establecer metas que primeramente logren el dominio de una habilidad, para posteriormente lograr el éxito en una destreza determinada. Puesto que resultaría ineficaz plantear una meta para la cual no se cuenta con los criterios de dominio para la ejecución a partir de las destrezas que requiere.
Identificación de circunstancias bajo las cuales ocurriría la conducta deseable: Esto implica definir el “cómo, dónde, cuándo…” se va a realizar dicha conducta.
Que sea desafiante a partir de lo realista y específico de su planteamiento: Se deben evitar establecer metas que integren frases como “echarle ganas”, o “hacerlo lo mejor que se pueda”.
Hacerla pública: cuando la meta se comparte con otros, se da un compromiso mayor por cumplirla.
Plazos: es más eficaz el planteamiento con fecha o temporalidad versus la ambigüedad del tiempo para su logro o cumplimiento.
Retroalimentación: información sobre el progreso aumenta la probabilidad de logro.
Compromiso: atribuirle cierto grado de importancia a la meta establecida.
Las metas deben ser planteadas tanto para los entrenamientos como para las competiciones, así como a largo, intermedio y corto plazo. Para ello, la utilización de formatos diseñados acorde a las necesidades del deporte en cuestión y del atleta pueden integrar tanta información o contenido como sea necesaria. Una propuesta que es de ayuda para el trabajo con atletas de diferentes disciplinas deportivas abarca el planteamiento de metas en los entrenamientos considerando los 4 aspectos fundamentales:
NOMBRE:. DEPORTE: .
Tabla 3. Planteamiento de metas en los entrenamientos dentro de los 4 aspectos fundamentales
Fuente. Elaboración propia.
El tiempo para concretar las metas a largo plazo es de un mínimo de 6 meses. En el mismo tópico, se recomienda la verificación de la progresión gradual entre los diferentes tipos de metas; puesto que las metas a corto plazo llevan al logro de una de mediano y éstas a su vez a las de largo plazo (Pérez, 2013).
Para el establecimiento de metas en competición vale la pena diferenciar entre las metas de rendimiento y las de resultados. Las metas de resultados se centran en la expresión competitiva de un evento, la obtención de una medalla o la anotación de más puntos que el adversario. Así pues, el logro de estas metas depende no sólo de los propios esfuerzos sino también de la capacidad y de la forma de pelear del contrincante. Las metas de rendimiento se centran en lograr patrones que se comparan con las propias ejecuciones anteriores, por lo que tienden a ser más flexibles y a estar bajo control. Por ejemplo, aumentar del 60% al 65% los ataques en cada combate. Con este tipo de objetivos se pueden hacer ajustes mucho más precisos que con las metas de resultado, las cuales tienen tan sólo dos niveles: ganar o perder. El logro de una meta de rendimiento no depende de la conducta del adversario, sino sólo de la propia. Asimismo, en comparación con las metas de resultado, las de rendimiento están asociadas generalmente a una ansiedad menor y a un nivel de ejecución superior en las competiciones.
Otra propuesta de forma para el establecimiento de metas en competición se plantea así:
EVENTO: FECHA: Tabla 4. Establecimiento de metas en competición.
Fuente. Elaboración propia.
Una vez establecidas las metas para competición, resulta favorable hacer un análisis de recursos y necesidades con el deportista para la evaluación de expectativas, tanto de recursos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos, así como de necesidades en estos 4 aspectos.
Para lograr un trabajo de fijación o establecimiento de metas con el deportista, tomaremos las aportaciones técnicas de la psicología del deporte para definir un mecanismo útil y sencillo con los peleadores. Para ello, cabe resaltar la importancia de las técnicas de autorregistro, las cuales permiten conocer con más detalle las metas planteadas por un lado y por otro, generan un compromiso en el deportista, contribuyen al incremento de la motivación, al desarrollo de la percepción de control y el fortalecimiento de la autoeficacia. Una vez planteadas las metas pida a su deportista que comience a llevar un autorregistro, cuyo formato debe ser sencillo y adaptado a las circunstancias de cada deporte y de la meta establecida. Una propuesta tomada de Singer en Rey (2003, p.113) resulta completa, sencilla y considera el planteamiento de metas en distintos aspectos.
Tabla 5. Formato para el seguimiento y autorregistro de las metas planteadas.
Fuente: Singer ,2003.
El formato propuesto “permite registrar las metas establecidas y el resultado obtenido en las distintas habilidades, estrategias y factores físicos y psicológicos, así como las diferentes técnicas de valoración y tipos de entrenamiento planificados para la consecución de los objetivos propuestos” (Singer ,2003).
Una forma más sencilla pero no menos útil puede resumirse en esta tabla de evaluación del logro o alcance de las metas:
EVENTO: FECHA: META ESTABLECIDA: SE LOGRÓ: SÍ NO Tabla 6. Evaluación del logro o alcance de las metas.
Fuente. Elaboración propia.
Será preciso comprobar el grado de dificultad de las metas planteadas para evitar que se conduzca al fracaso, y de ser necesario habrá que replantear y reformular las metas en cuestión. De igual manera se deben verificar que no sean demasiado fáciles y que por ende carezcan de la consideración de representar un reto.
Toda meta planteada deberá estar redactada en términos positivos, es decir orientada hacia lo que se pretende lograr, no a lo que se teme no lograr.
Será necesario evaluar y corroborar la realidad de los tiempos para su ejecución y logro, para ello resultará útil el formato de evaluación de recursos y necesidades. Texto extraído del libro "Entrenamiento para deportes de combate" de Rodrigo Merlo (2019).
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