Alineación radio-metacarpiana y estabilidad carpiana en el boxeo: Fundamentos anatómicos, biomecánicos y clínicos del golpe de puño
Por Rodrigo Merlo y Dario Gerpe 25 de mayo, 2025
La ejecución del golpe en el boxeo representa una acción compleja que integra la coordinación del sistema musculoesquelético, la arquitectura osteoligamentaria de la muñeca, la alineación articular y la modulación neuromuscular, regulada por mecanismos propioceptivos. Esta cadena cinética, que se inicia en los miembros inferiores y culmina en el puño, requiere una transmisión eficiente de fuerzas para maximizar el rendimiento y prevenir lesiones. En este contexto, la muñeca, como articulación terminal, desempeña un rol biomecánico crucial. Este trabajo revisa la evidencia anatómica, biomecánica y neurofisiológica sobre la función del carpo durante el golpe de puño, destacando la importancia del eje radio–metacarpiano como vía segura de transmisión de carga. Se analizan la alineación funcional del segundo y tercer metacarpiano con el radio distal frente a la vulnerabilidad del eje cúbito–4.º/5.º metacarpiano, y se abordan las consecuencias clínicas de patrones técnicos inadecuados, cargas mal distribuidas y uso incorrecto del equipamiento. Asimismo, se discuten los efectos del vendaje y los guantes como moduladores externos de carga, incluyendo comparaciones entre disciplinas como boxeo y artes marciales mixtas. También se examina el papel sensorial del complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC), la función propioceptiva de los ligamentos carpianos y la coactivación muscular en la estabilización dinámica. A partir de estos hallazgos, se propone un modelo preventivo que integra alineación técnica, entrenamiento neuromuscular, vendaje funcional y selección adecuada del equipamiento, con aplicaciones clínicas para la evaluación, prevención y readaptación de lesiones del carpo en el boxeo. 1. Introducción El boxeo es una disciplina de combate que impone exigencias excepcionales al sistema neuromusculoesquelético, donde la ejecución de cada golpe demanda una sinergia precisa entre fuerza, velocidad, control postural y modulación neuromuscular anticipatoria. La generación y transmisión de energía en el golpeo pugilístico se produce a través de una cadena cinética ascendente, desde los miembros inferiores hasta los segmentos distales del miembro superior. En este proceso, la muñeca y la mano actúan como eslabones terminales, encargados no solo de direccionar el vector de impacto, sino también de absorber cargas axiales, cizallantes y torsionales en condiciones dinámicas que suelen incluir fatiga, impacto repetido o desalineación articular (Walilko et al., 2005; McGill & Lee, 2014; Camus et al., 2022). Paradójicamente, a pesar de su papel biomecánico determinante, la región muñeca–mano representa uno de los segmentos más vulnerables en los deportes de combate. Lesiones como la fractura del quinto metacarpiano, las disfunciones del complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) y las inestabilidades escafolunares constituyen entidades clínicas frecuentes entre boxeadores (Melone et al., 2009; Loosemore et al., 2015; 2009; Walilko et al., 2005). Estas no se explican únicamente por la magnitud del impacto externo, sino que responden a fallos en la arquitectura interna de soporte, como una alineación articular deficiente, debilidad de los estabilizadores musculares, laxitud ligamentosa o deterioro del control propioceptivo. A pesar del reconocimiento creciente de estas patologías, la literatura científica actual presenta una marcada disociación entre el conocimiento anatómico y biomecánico disponible y su aplicación práctica en el diseño técnico-preventivo del entrenamiento. Las investigaciones existentes se han centrado principalmente en la caracterización clínica de lesiones o en evaluaciones aisladas de la fuerza de impacto, sin articular de forma integral la interacción entre la arquitectura osteoligamentaria del carpo, los patrones funcionales de alineación en el gesto de golpeo, y el rol sensoriomotor de los estabilizadores activos y pasivos (Hagert & Rein, 2024; García-Elias, 2017; Lluch, Hagert & García-Elias, 2015). En este contexto, surge la necesidad de responder a una pregunta clave: ¿cómo se interrelacionan la alineación estructural de la muñeca, la transmisión biomecánica de cargas y el control neurosensorial en la efectividad y seguridad del golpe recto en boxeo? Partimos de la hipótesis de que una alineación técnica optimizada, centrada en el eje radio–metacarpiano, junto con una adecuada rigidez funcional y el uso estratégico de estabilizadores externos (como vendajes y guantes), permite mejorar la eficiencia mecánica del gesto y disminuir la incidencia de lesiones carpianas (Schuind et al., 1995; Camus et al., 2022; Gatt, Allen & Wheat, 2023). Por lo antes dicho, este trabajo propone un modelo funcional integrador que parte del análisis anatómico del carpo y se extiende al estudio comparado de las trayectorias de carga entre los ejes radio–metacarpiano y cúbito–metacarpiano, considerando también la influencia de los mecanismos propioceptivos ligamentarios y la modulación articular inducida por el equipamiento. El objetivo general es construir un marco teórico–aplicado que permita optimizar la biomecánica del golpe recto, aportando criterios específicos para la evaluación técnica, la prevención de lesiones y la readaptación funcional en boxeadores. Esta propuesta representa una contribución original al campo, al integrar por primera vez los fundamentos estructurales, funcionales y sensoriales de la muñeca como eje crítico de transferencia y amortiguación de carga en deportes de combate de golpeo con los puños. 2. Anatomía y arquitectura funcional de la muñeca La muñeca humana constituye una unidad biomecánica compleja compuesta por una articulación multifacética que une el antebrazo con la mano. Desde una perspectiva estructural, está formada por ocho huesos carpianos distribuidos en dos filas (proximal y distal), los cuales interactúan con el radio y el cúbito, así como con los metacarpianos del segundo al quinto dedo. Esta configuración permite la movilidad tridimensional necesaria para la manipulación fina, la transmisión de cargas y la orientación del puño en tareas funcionales o deportivas, como el golpe de boxeo (Camus et al., 2022; Berger & Weiss, 2004). 2.1. Organización osteoarticular Los huesos carpianos de la fila proximal —escafoides, semilunar, piramidal y pisiforme— poseen una disposición más móvil y dependiente de fuerzas extrínsecas para su desplazamiento. Por su parte, la fila distal —trapecio, trapezoide, grande y ganchoso— actúa como una unidad relativamente rígida, firmemente unida a la base de los metacarpianos 2.º y 3.º mediante articulaciones carpometacarpianas estables (Eschweiler et al., 2022). Esta estabilidad en la fila distal convierte al segundo y tercer metacarpiano en estructuras fundamentales para la correcta transferencia de fuerzas desde la muñeca hacia el antebrazo, especialmente durante el golpeo en boxeo. 2.2. Eje radio-metacarpiano versus eje cubital Desde una perspectiva biomecánica, la muñeca actúa como un eslabón intermedio entre la energía generada desde los miembros inferiores hasta llegar al brazo, y el punto de impacto ejecutado por el puño. En este proceso, la alineación articular cobra un rol decisivo en la transmisión eficaz de las cargas axiales generadas durante el golpe. El radio distal, principal hueso portador de carga del antebrazo, se articula directamente con los huesos escafoides y semilunar, configurando un eje longitudinal estable y congruente que favorece la transmisión de fuerzas hacia la hilera distal del carpo (Eschweiler et al., 2022; Schuind et al., 1995). Este eje de transmisión funcional se extiende desde el radio hasta los metacarpianos 2.º y 3.º (índice y medio), los cuales presentan una articulación carpometacarpiana rígida y axialmente alineada con el radio. Esta continuidad estructural permite una absorción óptima de cargas, reduciendo la deformación angular del carpo y disminuyendo el riesgo de lesiones por colapso articular (Green et al., 2010). En contraste, los metacarpianos 4.º y 5.º (anular y meñique) presentan articulaciones carpometacarpianas más móviles, que se vinculan con el hueso ganchoso. Esta vía alterna carece del mismo grado de rigidez estructural, desviando el eje de carga hacia el lado cubital del carpo, lo que expone a estructuras como el complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) y los ligamentos ulna–carpianos a cargas repetitivas inadecuadas (García-Elias, 2017). Este patrón explica la alta prevalencia de lesiones ulnocarpianas, incluyendo la fractura del cuello del 5.º metacarpiano y las inestabilidades carpianas de predominio cubital en púgiles que golpean con una trayectoria desalineada. Por tanto, el eje radio–metacarpiano representa no solo un camino más eficiente para la generación de potencia, sino también una ruta protectora para la biomecánica del golpe recto. 2.3. Complejo escafolunar y TFCC como estabilizadores funcionales La articulación escafolunar, esencial para la estabilidad de la hilera proximal del carpo, está reforzada por un complejo ligamentoso compuesto por ligamentos interóseos y capsulares, tanto volares como dorsales. Estos ligamentos coordinan el movimiento sincrónico del escafoides y el semilunar durante los gestos de flexo-extensión y desviación radial y cubital, evitando la disociación entre ambos huesos y preservando la integridad del arco carpiano. Su disfunción —frecuente en deportes de impacto— conduce a inestabilidades carpianas, pérdida de congruencia articular y degeneración precoz (García-Elias, 2017). El TFCC, por su parte, actúa como un estabilizador dinámico del lado cubital de la muñeca, integrando estructuras como el disco articular, ligamentos radiocubitales, ulnotriquetral y ulnolunar, así como la vaina del extensor cubital del carpo (ECU). Su arquitectura le permite amortiguar y distribuir fuerzas transmitidas por la desviación cubital, aunque su núcleo avascular limita la capacidad de cicatrización frente a microtraumatismos repetidos. Biomecánica de la muñeca en el golpeo de boxeo El impacto generado durante un golpe de boxeo es el resultado de una cadena cinética en la que se transfiere energía desde los segmentos proximales (pies, piernas, tronco) hacia el segmento distal (puño). En esta secuencia, la muñeca cumple una función crucial como interfaz entre el brazo y la mano, regulando la dirección del impacto, la absorción de fuerzas reactivas y la integridad de las estructuras articulares y ligamentarias durante la ejecución del golpe. Su comportamiento biomecánico está determinado por variables como la posición articular, la rigidez pasiva, la coactivación muscular y la congruencia entre las superficies óseas (McGill & Lee, 2014; Eschweiler et al., 2022; Camus et al., 2022). 3.1. Comportamiento articular en el impacto En condiciones ideales de alineación, el impacto axial se distribuye principalmente entre el radio, el escafoides y el semilunar, transmitiendo aproximadamente el 60–65 % de la carga a través del escafoides y el 35–40 % a través del semilunar (Schuind et al., 1995). Sin embargo, esta distribución se altera drásticamente cuando la muñeca se encuentra en flexión o desviación cubital, favoreciendo la sobrecarga del complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) y de los huesos de la columna cubital, como el piramidal y el pisiforme (Eschweiler et al., 2022; Moritomo et al., 2004). La capacidad de absorción de estas cargas también depende del estado de rigidez articular. Un exceso de movilidad (hiperlaxitud ligamentaria o fatiga muscular) puede reducir la rigidez pasiva de la muñeca, provocando un colapso articular al impacto y desviaciones no deseadas, lo que incrementa el riesgo de microtraumatismos acumulativos y lesiones de ligamentos interóseos (Karagiannopoulos et al., 2019). Esta trayectoria se asemeja al patrón denominado dart-throwing motion (DTM), descrito como un movimiento funcional que transcurre entre la extensión con desviación radial y la flexión con desviación cubital. Este patrón de arco oblicuo es ampliamente utilizado en gestos técnicos de golpeo, como lanzar un puñetazo, y ha demostrado involucrar principalmente el movimiento del espacio mediocarpiano más que el radiocarpiano (Camus et al., 2022; Crisco et al., 2005). 3.2. Rigidez funcional y puntos de colapso articular La rigidez funcional de la muñeca durante el impacto pugilístico es una condición biomecánica deseable que permite estabilizar las estructuras osteoligamentarias en el momento del contacto. Esta rigidez no es sinónimo de inmovilidad, sino de capacidad de resistir deformaciones abruptas mediante una coactivación equilibrada de flexores y extensores del carpo (Karagiannopoulos et al., 2019). Un sistema musculotendinoso entrenado, especialmente en condiciones de fatiga, puede preservar la alineación articular y amortiguar el efecto de las fuerzas reactivas. Cuando esta rigidez funcional se ve comprometida —ya sea por fatiga, técnica deficiente o déficit propioceptivo— se incrementa el riesgo de colapso articular. El colapso puede manifestarse como flexión palmar excesiva, desviación cubital o pérdida de congruencia escafolunar, situaciones que alteran la transmisión de carga y aumentan las fuerzas tangenciales sobre el TFCC y los ligamentos intercarpianos (Lluch et al., 2015). El punto de mayor vulnerabilidad se sitúa típicamente en la fase de desaceleración del golpe, cuando el cuerpo intenta absorber la energía de retorno desde el blanco impactado. En esta fase, si la muñeca no mantiene una extensión neutra y una desviación radial controlada, las estructuras ulnocarpianas reciben la mayor carga de impacto. De allí la necesidad de entrenar tanto la rigidez dinámica como el control sensoriomotor anticipatorio mediante ejercicios específicos (Gatt et al., 2023). En suma, la preservación de la rigidez funcional en condiciones de impacto representa un objetivo clave para la prevención de lesiones carpianas en el boxeo, y debe considerarse como un componente entrenable tanto en el plano físico como neuromuscular. 4. Teorías de transmisión de fuerzas en el golpe de boxeo La transmisión de fuerzas durante el golpe de boxeo es un proceso biomecánico de alta complejidad que involucra la propagación de energía cinética a través de una cadena de estructuras osteoarticulares, musculares y ligamentosas. Esta energía, generada inicialmente por la rotación del tronco y la extensión de los miembros inferiores, debe transferirse eficientemente a lo largo del miembro superior hasta concentrarse en el punto de impacto: los metacarpianos del puño cerrado. La eficiencia de esta transferencia depende no solo de la fuerza generada, sino también de la alineación estructural, la rigidez articular, la configuración ósea y la activación neuromuscular anticipada (McGill & Lee, 2014; Cheraghi et al., 2014). Figura 1. Origen y distribución de las cargas carpianas.
Nota: (A) Flechas rojas: contracción muscular y reacción de los huesos del antebrazo. Flechas amarillas: tracción tendinosa y reacción de los huesos de la mano. (B) Distribución de las cargas carpianas (en %). Fuente: Adaptado de Camus, Fabian Moungondo y Luc Van Overstraeten (2022). Como se muestra en la Figura 1, aproximadamente el 85 % de la carga transmitida a través de la muñeca es absorbida por el radio, con un 50 % concentrado en el escafoides y un 35 % en el semilunar, lo cual destaca su vulnerabilidad frente a desviaciones articulares (Camus et al., 2022). 4.1. Teoría de la cadena cinética y transferencia de energía Desde el punto de vista de la mecánica corporal global, la teoría de la cadena cinética sostiene que el golpe debe permitir una progresiva aceleración desde los segmentos más grandes (caderas, tronco) hacia los más pequeños (muñeca, mano), culminando en una transferencia total de momento lineal y angular en el instante del contacto. Para que esto ocurra, es indispensable que las articulaciones distales (muñeca y mano) actúen como bloque rígido, permitiendo que toda la masa efectiva del sistema corporal se transfiera al blanco (Walilko et al., 2005; McGill & Lee, 2014). Cualquier punto de “fuga energética”, como puede ser una muñeca inestable, una alineación articular incorrecta o una activación muscular inadecuada, disminuye la masa efectiva y, por tanto, la potencia del golpe, además de incrementar el riesgo de lesión interna por absorción errónea de la energía del rebote. En este sentido, la alineación radio–metacarpiana y la rigidez de muñeca se convierten en componentes fundamentales no solo del rendimiento, sino de la seguridad del gesto técnico (Walilko et al., 2005; Pontaga, 2010; Cheraghi et al., 2014). 4.2. Modelos biomecánicos clásicos del carpo y su implicancia en la modulación externa Los modelos biomecánicos del carpo ofrecen una base estructural para comprender cómo se comporta la muñeca durante la ejecución del golpe de puño. Permiten interpretar las zonas de mayor estabilidad y las rutas cinéticas más eficaces o vulnerables, lo cual resulta esencial al considerar estrategias de protección como el vendaje o el uso de guantes. A continuación, se describen los principales modelos propuestos en la literatura: 4.2.1. Modelo de filas La organización clásica agrupa a los ocho huesos carpianos en dos filas: una proximal (semilunar, escafoides, piramidal y pisiforme) y una distal (trapecio, trapezoide, grande y ganchoso). Este modelo sugiere que la fila proximal actúa como un segmento de adaptación entre el antebrazo y la mano, mientras que la fila distal funciona como unidad rígida que se mueve solidariamente con el metacarpo. Su valor clínico reside en explicar la vulnerabilidad de la fila proximal frente a inestabilidades dinámicas (Eschweiler et al., 2022). Figura 2. Modelos biomecánicos de la muñeca: teoría de filas, columnas, filas-columnas y modelo del anillo.
Nota: A) Modelo de filas; B) Modelo de Columnas; C) Modelo de filas y columnas; D) Modelo de anillos. Fuente: Adaptado de Eschweiler et al., (2022). 4.2.2. Modelo de columnas En 1921, Navarro propuso una clasificación longitudinal del carpo en tres columnas: radial (escafoides, trapecio, trapezoide), intermedia (semilunar, grande, ganchoso) y cubital (piramidal, pisiforme). Este modelo resalta el piramidal como columna rotacional y el escafoides como puente clave, útil para comprender trayectorias de carga que desvían fuerzas hacia zonas menos estables, como la columna cubital. 4.2.3. Modelo combinado filas–columnas Taleisnik (1985) integró los modelos de filas y columnas, destacando el comportamiento dual del escafoides y del triquetrum como engranajes de transmisión entre ambas estructuras. Esta concepción permite interpretar inestabilidades escafolunares y bloqueos mecánicos en movimientos desalineados durante el golpe. 4.2.4. Modelo del anillo Lichtman et al. (1996) propusieron un modelo basado en la función de anillo continuo del carpo con dos puntos móviles: la articulación escafo-trapecio-trapezoide y la triquetro-hamato. El colapso de uno de estos puntos produce inestabilidad global, lo que ayuda a predecir lesiones en patrones de carga torsional o en desviaciones extremas. 4.2.5. Modelo en C u ovoide Propuesto por Moritomo et al. (2004) mediante resonancia magnética dinámica, describe una trayectoria tridimensional en forma de “C” a través del espacio mediocarpiano. Esta configuración facilitaría una autoestabilización funcional del carpo durante el movimiento de golpe. Figura 3. Modelo en C u ovoide.
Nota: (A) L = semilunar y Tq = piramidal, esquema de la vista dorsodistal del ovoide mediocarpiano con el que la articulación escafotrapeciotrapezoidea (STT) está en contacto; (B) S = escafoides, vista separada del ovoide; (C) Ovoide en 3D. Fuente: Eschweiler 2022). 4.2.6. Modelo de tornillo de banco Según MacConaill (1941), el escafoides actúa como mandíbula fija, la fila distal como base, y el ganchoso como tornillo de compresión sobre el semilunar. En este modelo, un “cierre incompleto” durante el impacto puede llevar a colapso funcional y lesiones específicas. Figura 4. Modelo de tornillo de banco.
Fuente: Eschweiler 2022. 5.2.7. Modelo del mecanismo de eslabón Este modelo considera a la hilera proximal como una estructura que colapsa si no hay un brazo estabilizador como el escafoides. El vendaje actúa aquí como soporte externo, limitando colapsos por hiperflexión o desviación (Gilford et al. 1943). Figura 5. Modelo del mecanismo de eslabón.
Nota: S = escafoides, L = semilunar, C = grande y R = radio; (A) Constitución general; (B) Carga aplicada a la muñeca; (C) Estabilización de la articulación de la muñeca Fuente: Eschweiler 2022. Tabla 1. Modelos y teorías biomecánicas de la cinemática del carpo.
Fuente: Adaptado de Eschweiler et al., (2022). Estas observaciones nos llevan a postular una teoría de la modulación externa, según la cual el vendaje y el guante no son únicamente herramientas de protección pasiva, sino elementos activos que condicionan el modelo biomecánico dominante durante el golpeo, estabilizando trayectorias, cerrando arcos articulares y reduciendo el grado de libertad del sistema carpiano. 5. Función propioceptiva y control neuromuscular del carpo La propiocepción es la capacidad del sistema nervioso para detectar y regular la posición, el movimiento y la carga aplicada a una articulación. En el caso de la muñeca, esta función cumple un rol esencial en la estabilización dinámica del carpo durante el golpeo, ya que permite respuestas motoras anticipadas o reflejas que previenen desplazamientos excesivos, rotaciones no deseadas o colapsos articulares ante el impacto. Su alteración no solo compromete la eficiencia técnica, sino que incrementa significativamente el riesgo de lesiones ligamentarias, óseas y tendinosas (Hagert & Rein, 2024; Lluch, Hagert & García-Elias, 2015; Johansson et al., 1991).
5.1. Receptores sensoriales y ligamentos como órganos propioceptivos Los principales mecanorreceptores presentes en la muñeca son los corpúsculos de Ruffini (detectores de estiramiento lento y posición articular), los de Pacini (detectores de presión y vibración rápida), los de Golgi (sensibles a tensión extrema) y las terminaciones nerviosas libres (nociceptores). Estos receptores se localizan en alta densidad en los ligamentos intrínsecos del carpo —especialmente el escafolunar dorsal, el lunopiramidal y el radioscafocapitado—, así como en la cápsula dorsal y el complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) (Hagert & Rein, 2024; Lluch et al., 2015). A diferencia de la visión tradicional que consideraba a los ligamentos como “cuerdas pasivas”, estudios recientes han demostrado que funcionan también como órganos sensoriales activos, capaces de detectar la velocidad, dirección y magnitud de una deformación articular. Esta información es transmitida al sistema nervioso central, el cual modula la actividad de los músculos estabilizadores de la muñeca mediante bucles de retroalimentación (feedback) o anticipación (feedforward) neuromuscular (Hagert & Rein, 2024). Además de su función sensorial, la contracción isométrica simultánea de músculos agonistas y antagonistas alrededor de la muñeca ejerce un efecto de abrazadera (brace effect), que estabiliza el carpo sin necesidad de movimiento articular. Este mecanismo impide desplazamientos indeseados, especialmente bajo carga axial, y contribuye a mantener el alineamiento carpiano durante el golpe (Camus et al., 2022). Además de su función biomecánica como estabilizador axial, el complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) cumple una función propioceptiva fundamental. Diversos estudios han demostrado que el TFCC alberga una rica red de terminaciones sensoriales, incluyendo mecanorreceptores tipo Ruffini, responsables de detectar la tensión y la posición articular, corpúsculos de Pacini, que responden a cambios de presión y vibración, y terminaciones nerviosas libres, asociadas a estímulos nociceptivos (Walker, Elton & Hiatt, 2020; Hagert & Rein, 2024). Esta inervación permite al TFCC actuar como un integrador neurosensorial que regula el tono muscular de los músculos estabilizadores del carpo, particularmente en situaciones de carga repetitiva como las que se presentan en el boxeo. La pérdida de esta sensibilidad, ya sea por microtraumatismos acumulados o desgarros parciales, puede alterar significativamente el control neuromuscular fino de la muñeca y predisponer a patrones de compensación ineficientes (Hagert & Rein, 2024; Hagert, 2010).
5.2. Integración sensoriomotora y reflejos estabilizadores La activación de los mecanorreceptores ligamentosos desencadena reflejos musculares espinales y supraspinales que ajustan la rigidez de la articulación según las exigencias de la tarea. Por ejemplo, la estimulación del ligamento escafolunar provoca activación refleja del extensor radial largo del carpo (ECRL) y del flexor radial del carpo (FCR), lo cual estabiliza la hilera distal y evita la pronación excesiva del escafoides durante el golpeo (Lluch et al., 2015). Este sistema sensoriomotor también permite la coactivación muscular selectiva, es decir, la contracción simultánea de músculos antagonistas (ej., ECRL y FCU) para generar rigidez sin movimiento, lo que es crucial durante el impacto. La anticipación motora o control feedforward —frecuente en deportistas entrenados— activa estos patrones antes del contacto, protegiendo los ligamentos de elongaciones bruscas (Johansson et al., 1991; Pontaga, 2010; Hagert & Rein, 2024). La tensión simultánea de los tendones flexores y extensores genera una compresión activa que mantiene los huesos carpianos centrados bajo el radio y el cúbito distal. Así, se evita la subluxación anterior o posterior del carpo, especialmente durante cargas axiales elevadas como las producidas durante el golpeo en boxeo (Kapandji, Martin-Bouyer, & Verdeille, 1991; Camus et al., 2022).
5.3. Efectos de la fatiga sobre el control propioceptivo La fatiga neuromuscular, ya sea por acumulación de esfuerzo o por carga excéntrica prolongada, deteriora la capacidad propioceptiva del carpo. Karagiannopoulos et al. (2019) demostraron que la fatiga de los flexores y extensores de muñeca provoca un incremento del 215% en el error de posición articular (Joint Position Sense – JPS), incluso en individuos sanos, a tan solo cinco minutos post ejercicio. Esto se traduce en una pérdida de precisión en la orientación del puño y un aumento de la variabilidad del gesto técnico, con consecuencias tanto para el rendimiento como para la salud articular. En boxeadores fatigados, esta alteración puede expresarse como golpes mal dirigidos, colapsos articulares durante el impacto o sobrecarga de estructuras pasivas. A largo plazo, esta disfunción puede favorecer la aparición de inestabilidades carpianas, lesiones ligamentosas crónicas o dolor persistente en la región cubital (Karagiannopoulos et al., 2019; Hagert & Rein, 2024; Garcia-Elias, 2017). 5.4. Rehabilitación propioceptiva y control neuromuscular funcional La rehabilitación actual del carpo posterior a lesiones deportivas se basa en modelos progresivos de reentrenamiento sensoriomotor, como el propuesto por Hagert (2024), que incluyen desde la estimulación superficial hasta el entrenamiento neuromuscular reflejo en condiciones inestables. Estas fases promueven la recuperación propioceptiva, el control articular y la estabilidad funcional de la muñeca (Hagert, 2010; Hagert & Rein, 2024; Lluch et al., 2015): Estimulación superficial sensorial: control del dolor, edema, hipersensibilidad y reeducación cutánea mediante compresión, vibración superficial, masoterapia y estímulos térmicos. Conciencia articular y percepción postural: ejercicios de Joint Position Sense (Sentido de la posición articular), terapia espejo, estimulación visual, uso de kinesiotape con fines sensoriales. Control muscular consciente: ejercicios isométricos, isocinéticos, de coactivación radial–cubital, entrenamiento con un dispositivo de resistencia inercial que busque desafíar la estabilidad articular (ej., Powerball). Activación neuromuscular refleja e inconsciente: entrenamiento en condiciones de perturbación, feedback auditivo, tareas reactivas y coordinación ojo–mano. Además, se ha demostrado que la combinación de estímulos visuales, hápticos y auditivos mejora la reorganización cortical tras lesiones y potencia el reaprendizaje motor en tareas de alta velocidad y precisión, como el golpeo en boxeo (Sigrist et al., 2013; Ghai et al., 2020). 6. Equipamiento de protección y estrategias pasivas de estabilización El equipamiento de protección en boxeo, incluyendo vendajes, cintas rígidas y guantes, no solo cumple una función amortiguadora ante impactos, sino que actúa como un modulador pasivo de la cinemática articular. Su adecuado uso permite limitar rangos de movimiento indeseados, absorber parte de la energía del impacto y mantener una alineación biomecánica favorable entre el puño y el antebrazo. La combinación de estos efectos resulta esencial para la prevención de lesiones, especialmente en contextos de alta frecuencia de golpeo o fatiga acumulada (Gatt, Allen & Wheat, 2023; Loosemore et al., 2015; Walilko et al., 2005). 6.1. Vendajes y cintas rígidas: estabilización mecánica de la muñeca El vendaje funcional de la muñeca se utiliza habitualmente en el boxeo con el objetivo de reforzar la articulación metacarpofalángica, estabilizar los huesos metacarpianos y restringir los movimientos excesivos de flexión y desviación cubital. Estudios recientes (Gatt et al., 2023) han demostrado que la inclusión de cinta rígida sobre el vendaje tradicional reduce significativamente el rango de movimiento de la muñeca durante el impacto, con una disminución de hasta un 25–30% en flexión y desviación cubital. Gráfico 1. Movimientos de la muñeca con y sin vendaje
Nota: Efecto de las técnicas de vendaje durante la prueba cuasiestática en el rango de movimiento (ROM) de la muñeca para flexión (FLEX), extensión (EXT), desviación cubital (UD) y desviación radial (RD). Las barras de error representan la desviación estándar entre los participantes. Se indican diferencias significativas. Fuente: Gatt et al., (2023). Esta limitación mecánica permite preservar la alineación radio–metacarpiana incluso en situaciones de alta carga o fatiga, evitando colapsos articulares que podrían comprometer la integridad del TFCC o inducir desplazamientos del escafoides. Además, el vendaje mejora la percepción sensorial a través del estímulo mecánico sobre la piel y la fascia, lo que contribuye al control propioceptivo. No obstante, su uso debe estar individualizado. Un vendaje excesivamente restrictivo puede interferir con la circulación sanguínea, limitar la movilidad funcional o inducir compensaciones técnicas indeseadas. Por ello, su aplicación debe ser realizada por profesionales capacitados y ajustada según la anatomía y técnica del boxeador (Gatt, Allen & Wheat, 2023; Hagert & Rein, 2024; van Tulder et al., 2020).
6.2. Comparación biomecánica de guantes: boxeo vs. MMA Los guantes son el principal medio de protección externo frente a impactos. Desde una perspectiva biomecánica, actúan como sistema de amortiguación entre el puño y el blanco (ya sea la cabeza del oponente, una manopla o un saco), disipando la energía mediante deformación del material y absorción del impacto (Walilko et al., 2005; McGill & Lee, 2014; Lenetsky et al., 2013). En un estudio donde se evaluó el factor de amortiguación de guantes de 10 oz nuevos y usados, se demostró que los guantes nuevos presentan un factor de amortiguación significativamente mayor (DFA = 0.62 en impactos fuertes), mientras que los guantes deteriorados reducen su eficiencia hasta en un 60%. Esto se traduce en una mayor transmisión de la aceleración al puño y al sistema musculoesquelético del boxeador, aumentando el riesgo de lesiones óseas, tendinosas y articulares (Chadli et al., 2018). Por otro lado, McGill & Lee (2014) compararon guantes de boxeo tradicionales con guantes de MMA y encontraron que estos últimos generan fuerzas pico hasta cinco veces superiores (3671.7 N vs. 747.4 N) y tienen una velocidad de carga mucho mayor (tiempo hasta fuerza pico: 2.78 ms en MMA vs. 19.9 ms en boxeo). Esta diferencia sustancial en la dinámica del impacto expone al usuario a mayores niveles de aceleración y menor tiempo de respuesta neuromuscular, lo que puede traducirse en traumatismos más severos tanto para el oponente como para el propio ejecutor del golpe. Más allá de la diferencia en la absorción del pico de fuerza, el tipo de guante también afecta directamente la forma en que se distribuyen las cargas a nivel de las articulaciones carpometacarpianas. En los guantes de MMA, debido a su menor acolchado y diseño más flexible, se incrementa la posibilidad de que el golpe se ejecute en ligera flexión o con desviación cubital, lo cual favorece la carga sobre la columna cubital (4.º y 5.º metacarpiano) y eleva el riesgo de lesiones como la fractura del boxeador y la inestabilidad carpometacarpiana dorsal (McGill & Lee, 2014; Chadli et al., 2018). En cambio, los guantes de boxeo tradicionales, al distribuir la presión de manera más uniforme y estabilizar la muñeca en extensión neutra, favorecen la alineación del eje radio–metacarpiano, reduciendo la sobrecarga del TFCC y de los ligamentos ulna–carpianos. Esta diferencia subraya la importancia de adaptar el tipo de equipamiento al gesto técnico específico de cada disciplina de combate, especialmente en contextos de entrenamiento preventivo o readaptación funcional (McGill & Lee, 2014; Chadli et al., 2018; Gatt et al., 2023).
6.3. Recomendaciones sobre el uso del equipamiento A partir de los hallazgos anteriores, se establecen las siguientes recomendaciones prácticas para el uso del equipamiento en boxeo competitivo y recreativo:
6.3.1. Vendajes Los vendajes funcionales deben proporcionar estabilización al carpo sin comprometer la circulación sanguínea ni restringir de forma excesiva la movilidad articular. Su configuración óptima debe incluir refuerzo sobre la zona radial, sujeción firme del dorso carpiano y protección efectiva de la base del pulgar, de modo que se preserve tanto la alineación biomecánica como la capacidad de absorción activa durante el golpeo. La correcta aplicación del vendaje influye directamente en el control propioceptivo y en la rigidez funcional de la muñeca.
6.3.2. Cinta rígida La cinta rígida está especialmente indicada para boxeadores con antecedentes de inestabilidad carpiana, hiperextensión recurrente o recuperación post-lesional. Su uso es frecuente en competencias profesionales, donde se requiere una restricción controlada del rango articular. Su colocación debe realizarse bajo supervisión de personal técnico capacitado, ya que un mal ajuste puede inducir compresión vascular, fricción tendinosa o alteraciones en el gesto técnico. Utilizada correctamente, potencia la función estabilizadora del vendaje sin anular la percepción sensorial.
6.3.3. Guantes Los guantes deben renovarse con periodicidad según su grado de uso e integridad estructural, especialmente en el ámbito competitivo. En el boxeo profesional, se emplea un sistema de seguimiento mediante etiquetas internas que registran el número de rounds acumulados, lo cual permite controlar el deterioro progresivo del acolchado. Este componente debe conservar su forma y capacidad de respuesta elástica, ya que su degradación compromete la disipación del impacto y aumenta el riesgo de lesión. Se recomienda utilizar guantes específicos para entrenamiento —más acolchados— en sesiones de alto volumen o impacto con saco, reservando los guantes de competencia exclusivamente para combates oficiales. 7. Implicaciones clínicas, entrenamiento y prevención El conocimiento profundo de la anatomía funcional, la biomecánica del impacto, la alineación articular y la propiocepción del carpo permite establecer estrategias de prevención, evaluación y rehabilitación que disminuyen significativamente el riesgo de lesiones en boxeadores. Estas estrategias deben integrar tanto medidas pasivas (como el equipamiento y el vendaje) como activas (como el entrenamiento técnico, sensoriomotor y neuromuscular), adaptándose a las características individuales del deportista y al nivel de exigencia de la práctica (Hagert & Rein, 2024; Gatt et al., 2023; García-Elias, 2017).
7.1. Lesiones más frecuentes del complejo muñeca–mano en el boxeo Diversos estudios clínicos y epidemiológicos han evidenciado una elevada incidencia de lesiones en la muñeca y mano de boxeadores, especialmente en aquellos con deficiencias técnicas, desalineación en la trayectoria del golpe o exposición a cargas funcionales excesivas. Entre las lesiones más frecuentes se encuentra la fractura del cuello del quinto metacarpiano, conocida como “fractura del boxeador”, típicamente asociada al impacto con la zona cubital del puño o a una muñeca posicionada en flexión o desviación cubital en el momento del contacto. Otra entidad común es el “boxer’s knuckle”, una lesión del complejo extensor de las articulaciones metacarpofalángicas ocasionada por hiperextensión o microtraumatismos repetitivos. Asimismo, la inestabilidad escafolunar —producida por elongación o rotura parcial del ligamento escafolunar dorsal— es habitual en contextos de colapso articular durante el golpeo. El síndrome del carpal boss también es recurrente, manifestándose como una prominencia ósea en la región dorsal carpometacarpiana, vinculada a traumatismos crónicos. Finalmente, las lesiones del complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) se presentan como resultado de impactos con desviación cubital o pronación excesiva, generando dolor ulnar, pérdida de estabilidad carpiana y alteración propioceptiva (Melone et al., 2009; Chadli et al., 2018; Rettig, 2004; Wolfe et al., 2010; Hagert & Rein, 2024).
7.2. Evaluación clínica y biomecánica funcional Una evaluación adecuada del complejo muñeca–mano en boxeo debe contemplar múltiples dimensiones funcionales. En primer lugar, es esencial analizar la técnica de golpeo, prestando especial atención a la posición de la muñeca en el momento del impacto, la zona específica de contacto y la trayectoria cinemática del puño. Asimismo, deben aplicarse pruebas de percepción articular (Joint Position Sense – JPS) y evaluaciones de propiocepción funcional, con el fin de identificar alteraciones sensoriales derivadas de fatiga neuromuscular o de lesiones ligamentarias. La valoración de la rigidez articular —tanto en condiciones activas como pasivas—, así como la capacidad de coactivación muscular entre los grupos radiales y cubitales, aporta información clave sobre la estabilidad dinámica del carpo. Finalmente, se debe revisar detalladamente el estado del vendaje y de los guantes utilizados, comprobando su calidad estructural, nivel de ajuste y grado de desgaste, ya que estos factores inciden directamente en la alineación biomecánica y en la absorción del impacto durante el golpeo (Karagiannopoulos et al., 2019; Hagert & Rein, 2024; Gatt et al., 2023; McGill & Lee, 2014). 7.3. Estrategias de entrenamiento y readaptación funcional La prevención y recuperación de lesiones en la muñeca del boxeador requieren un enfoque integrado que combine la optimización técnica del gesto de golpeo, el fortalecimiento neuromuscular y la intervención sensoriomotora progresiva. Estas estrategias deben orientarse a preservar la estabilidad funcional del carpo, reducir el riesgo de lesión y facilitar una readaptación eficaz tras episodios traumáticos (Hagert & Rein, 2024; Pontaga, 2010; Gatt et al., 2023). Desde el punto de vista técnico, se debe enfatizar una correcta alineación del golpe, privilegiando el impacto con los metacarpianos segundo y tercero, y manteniendo la muñeca en extensión neutra o ligeramente dorsal. Esta configuración favorece la transmisión axial de fuerzas a través del radio y evita desviaciones cubitales que generan sobrecarga en el complejo fibrocartilaginoso triangular (TFCC) y en los ligamentos ulna–carpianos. Paralelamente, el fortalecimiento neuromuscular debe centrarse en la coactivación equilibrada de los flexores y extensores del carpo, con énfasis particular en el extensor cubital del carpo (ECU) y el flexor radial del carpo (FCR). Para ello, se recomienda integrar ejercicios isométricos, excéntricos y de resistencia axial que reproduzcan las condiciones de carga propias del golpe real (Schuind et al., 1995; McGill & Lee, 2014; Pontaga, 2010). En cuanto al entrenamiento propioceptivo, este debe organizarse de forma progresiva, comenzando por tareas estáticas con retroalimentación postural —como el apoyo controlado en superficies estables— y avanzando hacia contextos dinámicos e inestables, mediante herramientas como Powerball, slosh pipe o ejercicios de golpeo reactivo. La integración de estímulos multisensoriales (visuales, hápticos y auditivos) resulta clave para reactivar los mecanorreceptores del carpo y mejorar la anticipación postural ante el impacto. La planificación de la carga debe ajustarse clínicamente mediante una periodización funcional, alternando fases de alta intensidad con períodos de descarga y regeneración tisular. El volumen y la frecuencia del golpeo deben ser adaptados a través de biomarcadores de fatiga neuromuscular y autoevaluaciones de dolor, permitiendo un progreso individualizado (Hagert & Rein, 2024; Sigrist et al., 2013; Ghai et al., 2020; Zatsiorsky & Kraemer, 2006). Asimismo, el uso del vendaje funcional y guantes debe considerarse como parte activa del proceso. En fases agudas o de readaptación, el vendaje debe restringir la flexión palmar y la desviación cubital para evitar colapsos articulares. Su aplicación debe ser periódicamente evaluada según la evolución clínica del atleta. Complementariamente, la elección de guantes con acolchado reforzado, mayor absorción radial y soporte dorsal contribuye a una mejor distribución del impacto, disminuyendo la carga sobre las estructuras carpianas vulnerables. Finalmente, la reintroducción al gesto técnico debe realizarse de forma escalonada, iniciando con técnicas sin impacto, progresando a golpeo sobre saco blando y culminando con sesiones de sparring técnico. La reanudación plena debe basarse en criterios objetivos: control del patrón cinemático, percepción estable del carpo y capacidad de generar fuerza sin dolor (Gatt et al., 2023; Hagert & Rein, 2024; Loosemore et al., 2015). Este enfoque integrador permite no solo reducir la incidencia de lesiones carpianas en boxeo, sino también restaurar la función articular en atletas que han sufrido disfunciones previas, favoreciendo una reincorporación segura y efectiva al entrenamiento competitivo.
8. Conclusión 8.1. Hallazgos clave: El presente estudio integró evidencia anatómica, biomecánica y neurosensorial para explicar el rol estructural y funcional del carpo en la ejecución del golpe de puño en el boxeo. Se identificó que la alineación radio–metacarpiana, particularmente a través de los metacarpianos segundo y tercero en contacto con el radio distal y el escafoides, representa el eje biomecánicamente más eficiente para la transmisión axial de fuerzas. Asimismo, se demostró que los patrones técnicos que desvían la carga hacia el eje cúbito–4.º/5.º metacarpiano incrementan el riesgo de lesiones por colapso articular, sobrecarga del TFCC y disrupción ligamentaria. Estos hallazgos fortalecen el argumento de que la muñeca no es una interfaz pasiva, sino un regulador activo del impacto, cuya rigidez funcional, integridad ligamentaria y respuesta neuromuscular condicionan directamente la eficiencia mecánica del golpe. 8.2. Implicancias clínicas y preventivas: Desde una perspectiva aplicada, este trabajo propone un modelo de intervención basado en cuatro ejes complementarios: (1) alineación técnica del golpe, (2) fortalecimiento neuromuscular específico del carpo, (3) estrategias de estabilización pasiva mediante vendajes funcionales y (4) elección de equipamiento optimizado para la disipación del impacto. La integración de estos componentes en el entrenamiento y la prevención deportiva permitiría no solo reducir la incidencia de lesiones carpianas en boxeadores, sino también aumentar la eficiencia del gesto técnico y su sostenibilidad a lo largo del tiempo. El enfoque interdisciplinario presentado constituye un aporte original y valioso para el campo de la biomecánica aplicada al boxeo. 9. Discusión El presente artículo ha abordado de forma integradora la anatomía, biomecánica, neurofisiología y clínica del golpe de boxeo desde una perspectiva científica aplicada. A partir de la evidencia revisada, se confirma que la muñeca no solo constituye una articulación pasiva de enlace, sino un componente funcional activo, esencial para la eficiencia técnica del golpeo y para la preservación de la integridad del sistema músculo-esquelético de la mano y el antebrazo. Este trabajo aporta una novedad significativa frente a revisiones previas al ofrecer un enfoque biomecánico y clínico unificado que contempla simultáneamente la transmisión de carga, la organización sensorial del carpo y la influencia del equipamiento externo. A diferencia de investigaciones anteriores que se han centrado en variables aisladas —como fuerza de impacto, patrones de golpeo o lesiones individuales— este trabajo propone un modelo funcional holístico. Su aplicabilidad se extiende tanto a la planificación del entrenamiento técnico como al diseño de protocolos preventivos personalizados. 9.1. Alineación y transmisión de carga: una necesidad técnica y estructural Uno de los aportes más relevantes de este trabajo es la validación de la alineación radio–metacarpiana como eje óptimo de transmisión de fuerzas en el boxeo. Esta configuración, sustentada anatómicamente por la articulación entre el radio distal, el escafoides y los metacarpianos 2.º y 3.º, permite una carga axial eficiente y congruente con la disposición trabecular ósea, minimizando la deformación y el colapso articular durante el impacto (Schuind et al., 1995; Eschweiler et al., 2022). La técnica de golpeo basada en esta alineación debe ser promovida desde las etapas de formación de los púgiles, no solo como una forma de mejorar la eficacia del golpe, sino como una herramienta de protección osteoligamentaria. 9.2. Control neuromuscular y propiocepción: un factor decisivo en la estabilidad funcional El estudio también resalta el papel crítico del sistema propioceptivo y del control neuromuscular en la estabilidad dinámica del carpo. Ligamentos como el escafolunar dorsal y el radioscafocapitado no solo estabilizan mecánicamente la articulación, sino que funcionan como órganos sensoriales que modulan la activación refleja de músculos estabilizadores como el ECRL, el ECU y el FCR. Su deterioro, ya sea por lesión directa o por desuso tras inmovilizaciones prolongadas, implica una pérdida de regulación postural y de rigidez articular anticipada (Lluch et al., 2015; Hagert & Rein, 2024). La fatiga muscular se posiciona como un factor de riesgo clave, dado que compromete tanto la rigidez dinámica como la precisión del gesto técnico. Karagiannopoulos et al. (2019) documentaron incrementos significativos en el error de percepción articular tras protocolos de fatiga muscular, lo que se traduce en una mayor probabilidad de golpes mal alineados y, en consecuencia, de sobrecarga sobre estructuras sensibles. Esto sugiere la necesidad de incluir la evaluación de la propiocepción y el control neuromuscular como parte del monitoreo regular del estado funcional del boxeador. 9.3. Equipamiento especializado Si bien el uso de vendajes y guantes ha sido tradicionalmente justificado como medida de protección contra traumatismos externos, los estudios actuales demuestran que su función va más allá de lo pasivo. Los vendajes, especialmente los que incorporan cinta rígida, no solo limitan el rango articular durante el impacto, sino que mejoran la alineación y aumentan la percepción somatosensorial, facilitando el control motor. Gatt et al. (2023) evidenciaron reducciones significativas de la flexión y la desviación cubital de la muñeca en condiciones de vendaje reforzado. En cuanto a los guantes, las diferencias observadas entre modelos nuevos y usados, así como entre guantes de boxeo y de MMA (Chadli et al., 2018; McGill & Lee, 2014), implican que la elección del equipamiento debe basarse en criterios biomecánicos objetivos. La resistencia del acolchado, la distribución de la presión y la capacidad de amortiguación son factores que influyen directamente en la integridad del carpo y deben ser considerados con el mismo rigor que la técnica o el entrenamiento físico. 9.4. Limitaciones y futuras líneas de investigación Si bien este trabajo propone un modelo integrador para la alineación, estabilización y protección del carpo en el boxeo, deben reconocerse ciertas limitaciones en su aplicación clínica. En primer lugar, el modelo de vendaje funcional —aunque ampliamente validado como mecanismo de restricción de movimientos lesivos— puede generar una rigidez articular excesiva si se aplica con demasiada tensión o de forma indiscriminada. Esta sobreestabilización podría interferir con la activación propioceptiva de ligamentos y mecanorreceptores del carpo, alterando los patrones de control sensoriomotor y comprometiendo la autorregulación dinámica durante el golpe. Además, un vendaje incorrectamente ajustado puede provocar compresión vascular, fricción en zonas de inserción tendinosa o incluso alterar la percepción del gesto técnico por retroalimentación sensorial errónea. Adicionalmente, el presente estudio se basa en evidencia anatómica y biomecánica obtenida en condiciones de laboratorio o simulación, por lo que futuras investigaciones deberán validar este modelo en contextos deportivos reales, incluyendo mediciones de fuerza de impacto, electromiografía dinámica y análisis cinemáticos tridimensionales. También se requiere explorar individualmente variables como sexo, dominancia lateral, historial lesional y experiencia técnica, factores que podrían modificar la respuesta biomecánica del carpo y, por ende, la eficacia de las estrategias propuestas. Referencias Berger, R. A., & Weiss, A.-P. C. (2004). Hand surgery. Lippincott Williams & Wilkins. Camus, E. J., Mudgal, C. S., & Beredjiklian, P. K. (2022). Biomechanics of the wrist and elbow. In S. N. Gellman & C. S. Bindra (Eds.), The elbow and wrist (pp. 333–343). Elsevier. Chadli, M., Fouque, F., Lecocq, J., Lespessailles, E., & Benkalfate, T. (2018). 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